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Archive for diciembre 2008

A Manuel Menassa, gracias por dar voz a este poema de León Felipe. A Elena Conchello, gracias por el espacio donde la voz camina. A mis oídos, gracias (por obvias razones).

A todos los judíos del mundo,
mis amigos, mis hermanos

Estos poetas infernales,

Dante, Blake, Rimbaud

que hablen más bajo…

que toquen más bajo…

¡Que se callen!

Hoy

cualquier habitante de la tierra

sabe mucho más del infierno

que esos tres poetas juntos.

Ya sé que Dante toca muy bien el violín…

¡Oh, el gran virtuoso!

Pero que no pretenda ahora

con sus tercetos maravillosos

y sus endecasílabos perfectos

asustar a ese niño judío

que está ahí, desgajado de sus padres…

Y solo.

¡Solo!

aguardando su turno

en los hornos crematorios de Auschwitz.

Dante… tú bajaste a los infiernos

con Virgilio de la mano

(Virgilio, «gran cicerone»)

y aquello vuestro de la Divina Comedia

fue una aventura divertida

de música y turismo.

Esto es otra cosa… otra cosa…

¿Cómo te explicaré?

¡Si no tienes imaginación!

… no tienes imaginación,

Acuérdate que en tu «Infierno»

no hay un niño siquiera…

Y ese que ves ahí…

está solo

¡Solo! Sin cicerone

esperando que se abran las puertas de un infierno que tú, ¡pobre florentino!,

no pudiste siquiera imaginar.

Esto es otra cosa… ¿cómo te diré?

¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.

Aquí se rompen las cuerdas de todos los violines del mundo.

¿Me habéis entendido poetas infernales?

Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud…

¡Hablad más bajo!

¡Tocad más bajo! ¡Chist!

¡¡Callaos!!

Yo también soy un gran violinista…

y he tocado en el infierno muchas veces…

Pero ahora, aquí…

rompo mi violín… y me callo.

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Es necesario comenzar este blog rindiendo un homenaje a Antonio Gamoneda y a su Sublevación inmóvil.
Que toda su potencia se imprima en mis próximas entradas.


Juro que la belleza

no proporciona dulces

sueños, sino el insomnio

purísimo del hielo,

la dura, indeclinable

materia del relámpago.

Hay que ser muy hombre para

soportar la belleza:

¿quién, invertido, separa,

hace tumbas distintas

para el pan común y la

música extremada?

Ay de los fugitivos,

de los que tienen miedo

de sus propias entrañas.

Si una vez el silencio

les hablase, ¿sabrían

respirar la angustiosa

bruma de los espíritus?

¿Cantarían su propia

conversión al espectro?

Y aquellos otros, estos

miserables amados,

justificados por el dolor:

advertid que tan sólo

a los perros conviene

crecimiento de alarido.

Algo más puro aún

que el amor, debe

aquí ser cantado;

en cales vivas, en

materias atormentadas,

algo reclama curvas

de armonía. No es

la muerte. Este orden

invisible

es

la libertad.

La belleza no es

un lugar donde van

a parar los cobardes.

Toda belleza es

un derecho común

de los más hombres. La

evasión no concede

libertad. Sólo tiene

libertad quien la gana.

Solicito

una sublevación

de paz, una tormenta

inmóvil. Quiero, pido

que la belleza sea

fuerza y pan, alimento

y residencia del dolor.

Un mismo canto pide

la justicia y la

belleza.

Sea la luz

un acto humano.

Se puede

morir

por esta

libertad.

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