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Posts Tagged ‘ana gorría’

Trasluz

Hogueras que se encienden en las faldas del sueño:
la luz, que no dormida, agota las luciérnagas.

Enfermo de horizonte, el cansancio que incendia
su clave de amapola.

Los párpados cansados de la noche,
la altura de la luz,
su almena rota,
el dardo meridiano que se extingue
después de las ventanas.



Celda

           Recogimiento,
                                        voz

que alumbra las paredes:


primavera en secreto.



Límites para el cielo

Después el sueño
                           lento,
la morosa

caducidad de un niño.


El animal que olvida la distancia.



III
[Ariadna olvida el mar]

El rostro reclinó. Desde la orilla
todo era paz. Olor. Inmensidades.

Verdades concedidas al espacio,
suavemente oscilando entre las ramas.

Aspiró el aire frío que se abría
como un sol de papel en los pulmones.

Saber del mar su luz, su pasadizo.
Atrás dejar la sal. Volver a casa.



Tantálida

Balsa que en el estómago
naufraga,
lejano el sol,
imperio de la sed.



Sintaxis en ceniza

A pesar de la duda y del cansancio,

triste animal,
                             vencido,

que la tierra

consiente.



Invierno

Estación de cristal
donde la lengua acude
a olvidar signos.

Pulso de paz y cielo,
la nieve enciende flores de ceniza.



Araña. Ana Gorría. El Gaviero Ediciones. Colección Troquel. Almería. 2005.

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Debe ser triste, supongo,
que no comprenda qué entienden los poetas
por el “amor” que invocan de manera
incesante. Me recuerda al mecano-
grafiador de Satie en Parade. Incluso si

colocara los guantes y la fusta de
Anna Ajmátova bajo
un poderoso microscopio todavía no
habría ninguna probabilidad. Ella debe
haber tenido mejores cosas que hacer que preguntar:

¿por qué te fuíste? mientras aspira
“el dulce aroma de los tilos”. De hecho,
el olor de los tilos es abrumador
Están entumecidos y son pegajosos. Conozco

la lujuria y el encaprichamiento. Son cosas
en que desembocar como una puerta o una valla
a la que llegas para descansar, como hizo Bonnard,
en un jardín cercano al Mediterráneo,

junto a una mujer que vivía como Dánae
en un cuarto de baño aclarado con oro.


Traducción: Ana Gorría y James Womack.

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