[De una carta a John Hamilton Reynolds, jueves 18 de febrero de 1818: «Me vi llevado a esos pensamientos, mi querido Reynolds, por la belleza de la mañana, que producía una sensación de pereza: no he leído ningún libro; la mañana dijo que estaba bien; no tenía otra idea sino la de la mañana, y el tordo dijo que yo tenía razón, pareciendo decir…»]
Tú, que el viento invernal has sentido en tu rostro
y has visto entre la niebla de las nubes de la nieve
y negros olmos entre estrellas ateridas:
para ti primavera será la temporada
de cosecha; tú, cuyo solo libro es la luz
de la suprema sombra de que te alimentaste,
noche tras noche, cuando estaba ausente Febo:
para ti primavera será una triple aurora.
No te inquiete el saber: yo no tengo ninguno,
pero mi canto surge, natural, al calor;
no te inquiete el saber: yo no tengo ninguno,
y el ocaso me escucha. Aquel que se entristece
al pensar en el ocio, no debe estar ocioso,
y está despierto aquel que se cree dormido.
—-
[En el cuarto donde vivió Robert Burns]
Ese cuerpo mortal que duró tantos días
ahora llena, ¡oh Burns!, un espacio en tu cuarto,
donde soñabas solo en laureles floridos,
feliz y sin pensar en tu día del Juicio.
Mi pulso se calienta con tu misma cerveza;
mi cabeza se eleva honrando a tan gran alma;
mis ojos van errantes, y no puedo ver nada:
la fantasía está muerta y ebria en su meta.
pero puedo tocar tu suelo con mi pie,
y puedo levantar tus cristales y hallar
el prado que pisaste una y otra vez;
y pensar en ti, haciendo que ciegue el pensamiento,
y apurando de un trago un buen vaso a tu nombre:
¡sonríe entre las sombras, porque la fama es esto!
Poetas románticos ingleses. Byron, Shelley, Keats, Coleridge, Wordsworth. Editorial Planeta. Traducción José María Valverde y Leopoldo Panero. Primera edición. Barcelona. 1989.
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